Te hace falta algo mio.

Debo decir que a tu espalda le faltan mis besos, a tus labios le faltan mis dientes, jalándolos, mordiéndolos, acariciándolos. A tus manos le faltan las mías, sujetándolas, apretándolas. A tu cuerpo, cariño mío, le hace falta el mío. Y a los dos nos sobra tanto espacio vacío, que hasta parece grosería. Una terrible grosería.

Quiero.

Quiero que me oigas sin juzgar.
Quiero que opines sin aconsejarme.
Quiero que confíes en mí sin exigirme.
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí.
Quiero que me cuides sin anularme.
Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí.
Quiero que me abraces sin asfixiarme.
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí.
Quiero que me protejas sin mentiras.
Quiero que te acerques sin invadirme.
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten.
Quiero que las aceptes y no pretendas cambiarlas.
Quiero que sepas, que hoy puedes contar conmigo,
sin condiciones.

TE QUIERO.

Te quiero como para invitarte a pisar hojas secas una de estas tardes. Te quiero como para salir a caminar, hablar del amor, mientras pateamos piedritas. Te quiero como para volvernos chinos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa las calles. Te quiero como para ir contigo a los lugares que más frecuento, y contarte que es ahí donde me siento a pensar en ti. Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche. Te quiero como para no dejarte ir jamás. Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás.

Buenas enseñanzas.

Si algo aprendí fue que los te quiero, los te amo, los besos, los abrazos, la atención y los te extraño, no se mendigan ni se van regalando por la vida, son cosas que se ganan y que se le entregan a aquellos que realmente se los merecen.

¿Entonces, que es?

- ¿Cómo estás segura que es amor y no un capricho pasajero?
- - Él es diferente. Lo que me hace sentir, nunca ante lo sentí con ninguno.
- ¿Y cómo sabes que lo amas?
- Lo supe desde aquel día en que su mirada chocó con la mía. Algo desconocido y a la vez emocionante se movió dentro de mí. Su forma de mirarme desató una ola de emociones que hizo danzar a un compás a todas las mariposas que habitan en mi estómago. Él tuvo el poder de despertarla.
Me di cuenta que lo quería cuando contaba las horas para verlo, y cuando estaba a su lado me sonrojaba, me sentía la persona más dichosa de toda la tierra y al hablarle todas las palabras perdían coherencia. No sabía que decir.
Cuando todas las canciones me hablaban de él, cuando absolutamente todo me lo recordaba, cuando me despertaba con una felicidad inexplicable tan solo por recordar su sonrisa, cuando acarició mis mejillas y mi corazón se detuvo y me susurró que lo eligió. Entonces supe que lo amaba.
Me convencí que lo amaba cuando mis labios no sólo besaron sus labios, sino también su alma.
Y si esto no es amor… ¿entonces qué es?

El amor.

El amor, en cambio, es cuando no respiras, cuando es absurdo, cuando echas de menos, cuando es bonito aunque esté desafinado, cuando es locura… Cuando sólo de pensar en verla con otro cruzarías a nado el océano.

Eres la perfecta canción de mi vida.

Puedo tocar el piano en tus piernas, la guitarra en tu espalda, la armónica en tu cuello, timbales en tus glúteos, saxofón en tus brazos, tararear en tus labios… Hacer el amor sería entonces, hacer música. Pues tu voz sería quién diese el corte final, y la convertiría en la canción de mi vida.